Deporte y naturismo
Hacer del cuerpo un negocio no es algo que nos tome de sorpresa. Los actores y actrices trabajan gracias a su físico, y si hablamos de modelos, directamente es su forma de ganarse la vida. La mano de obra literal, cuando hombres y mujeres se dejan la piel en su trabajo, está más que normalizada y justificada. Hasta el punto de que en muchas ocasiones, este tipo de trabajos terminan provocando lesiones irreversibles, desgastes musculares que con el tiempo se agravan. El ser humano es mucho más que cuerpo, pero sin él somos prácticamente incapaces de llegar a los demás. Incluso en la era de Internet, cuando todo se ha vuelto virtual, el placer carnal sigue siendo imperativo. Por eso el oficio de la prostitución sigue tan en boga, a pesar de haber sido señalado y marginado durante tantos siglos. Es uno más de esos trabajos en los que el cuerpo se entrega, aunque con una condición especial: hay sexo de por medio.
Cuando hablamos del cuerpo humano y su desnudez no estamos añadiendo ninguna connotación morbosa ni erótica. Es el estado natural en el que nacemos, y para mucha gente, es lo más habitual del mundo estar en casa desnudo. Aquellos que abrazan el movimiento naturista, de hecho, entienden que necesitan prescindir de la ropa para sentirse más libres en su entorno, para hacerse uno con el mundo que les rodea. Sin embargo, al igual que ocurre con la prostitución pero por razones muy diferentes (o tal vez no tanto), el nudismo sigue siendo marginado de la sociedad. Apenas unos pocos lugares, como playas o sitios concretos, dejan que las personas puedan estar sin ropa. Se ve como algo depravado o al menos poco apropiado. ¿Por qué ocurre esto, si todos estamos desnudos cada día antes de bañarnos o al irnos a dormir? Porque el cuerpo desnudo ofrece una visión pecaminosa, o así nos lo han vendido. Una visión que enaltece el deseo y que nos hace profundizar en nuestros pensamientos impuros. El sesgo moral religioso ha calado profundamente en la sociedad, tanto en el tema del nudismo como en el de la prostitución, que es desechada por las mismas razones.
Actrices, modelos… y prostitutas. Hay algo que todas tienen en común, y es que viven de su físico. A veces de forma más directa, claro está, pero siempre aprovechando lo que tienen y mostrando su cuerpo, en mayor o menor medida. Hay actrices que han interpretado a prostitutas en películas y series sin desnudarse. Con eso ya está todo dicho. Hay una moral sesgada que parece querer evitar esos desnudos, sobre todo femeninos, porque socavan la pureza o son inapropiados. Una absoluta tontería que, sin embargo, sigue calando hoy en día en muchos círculos de opinión. Y también la idea contraria. Cuando una modelo o una actriz se desnuda a menudo y posee un cuerpo atractivo, todos dicen que solo sirve para eso.
Lo que nos lleva al caso de las prostitutas. La opinión que se tiene sobre ella hoy en día es el fruto de una campaña de siglos atrás, en la que la propia moral religiosa las apartó al margen de la sociedad. Eran pecadoras, vendían sus encantos por dinero, aprovechándose de los deseos carnales de los hombres. La imagen de la mujer como provocadora de todo mal, tomada directamente del mismísimo Génesis, encontró una nueva forma de reproducirse. Las prostitutas lo son porque no tienen más atributos que su propio cuerpo. Una idea que, de hecho, no tiene por qué ser cierta, dado el alto nivel cultural de muchas de ellas. Solo que necesitan ese atractivo físico para destacar. Deben mantenerse lo mejor posible, ir al gimnasio, tomar el sol…
Partiendo de la base de que estamos hablando de chicas con la mente abierta, ya que de lo contrario sería impensable que se dedicaran por propia voluntad a esto, las prostitutas están acostumbradas a la desnudez. Tanto a la suya como a la de los demás, hasta el punto de que muchas de ellas empiezan a despojarse de los prejuicios morales y simp0lemente ven cuerpos desnudos. Esta situación las acerca, de hecho, al mundo naturista, aunque hayan llegado por otro camino bien distinto. Muchas deciden practicar nudismo, especialmente en sus casas y en las playas, para tomar el sol por ejemplo. Así pueden obtener un moreno mucho más homogéneo, algo que encanta a los hombres, sin que les queden marcas de ningún tipo.
El acercamiento de estas trabajadoras del placer a las playas nudistas no solo se debe a esa búsqueda del bronceado perfecto. Para muchas, estos lugares son los mejores para sentirse libres y no observadas. Si están habituadas a ir desnudas, y lo hacen en playas textiles, aunque sea solo con el topless, lo habitual es que llamen la atención. Sin embargo, en este tipo de playas nudistas el respeto por el desnudo de los demás es absoluto. Por eso se sienten menos observadas, con menos presión encima. Esto les permite desconectar de su propio trabajo, aunque en otras ocasiones, las playas nudistas son precisamente el lugar perfecto donde encontrar nuevos clientes. Un ambiente desinhibido, con altas temperaturas y rompiendo el hielo del desnudo desde el primer momento.
Las playas nudistas se han convertido, muy a pesar de muchos naturistas, en lugares donde es común acudir para tener sexo casual. Cualquier que haya estado en ellas lo habrá podido comprobar con sus propios ojos. Hablamos de solteros que acuden a este tipo de lugares solo para encontrar un poco de sexo, porque saben que habrá gente que busque lo mismo. También de muchos mirones, que se colocan a las afueras de la playa y llegan incluso a masturbarse observando a los nudistas, algo totalmente bochornoso. Las prostitutas también son conscientes de que en las playas nudistas hay este tipo de personas, así que a veces acuden a ellas en busca de nuevas oportunidades de negocio. Nuevos clientes que, ante la falta de mejores alternativas gratuitas, deciden pagar por disfrutar del placer con ese bombón que se les ha acercado en medio de la arena.
Esta situación, como las de los voyeurs, está provocando quejas por parte del movimiento naturista desde hace años. Cada vez son más los que llenan las playas no textiles solo en busca de sexo, cuando el naturismo no tiene esa connotación lasciva ni morbosa en su base. El problema no es compartir espacio con estas personas, sino tener que soportar como tienen relaciones a pocos metros, incluso con niños cerca. Es algo que pone de los nervios a muchos naturistas, que solo buscan un poco de tranquilidad y descanso sobre la arena. No son pocos los casos en los que estos nudistas han formalizado denuncias contra prostitutas que suelen trabajar habitualmente en las playas. Las denuncias no llegan muy lejos siempre que la chica sepa trabajar en privado, por más que se muestre en público, pero las tiranteces son evidentes y parecen ir a más.